A veces pasa de casualidad. Tus propias fantasías y películas mentales te penetran. Y así surge el deseo de sentir:
Que te penetren la mente y presionen el botón que habías olvidado.
A veces parece un juego de niños jugando a ser adultos.
Que te penetren el corazón con palabras y a distancia.
A veces puede ser solo un mundo imaginario que activa mucha energía.
Que te penetren la imaginación con recuerdos de algo que no pasó.
A veces la imaginación es un mecanismo de protección.
Que te penetren el corazón con reflejos de ti misma.
A veces las carencias son inevitables y te llevan a cuestionarlo todo.
Que te penetren el presente con reflexiones existenciales.
A veces es más fácil vislumbrar una vida diferente.
Que te penetren en el cansancio de un día difícil y te llenes de ilusión.
A veces esto no es nada, a veces esto lo es todo.
Que te penetren el alma con una perspectiva afín.
A veces la naturaleza de las personas es lo que cuenta, lo que queda.
Que te penetren la noche con conversaciones profundas.
A veces hay temas filósoficos que te encienden más que cualquier cosa.
Que te penetren suena a escándalo físico, aunque no lo sea.
A veces es solo cuestión de reconocer tu verdadera esencia.
La totalidad de tu ser ante ese tipo de auto-penetración.
No existe nadie más que tú misma para crear esa fantasía.
Es tan solo un tú a tú, no existe más nada que la imaginación.