Eran esos instantes los que me reconectaban con el sentido más profundo de mi existencia. Esos instantes que lo explicaban todo por medio de cada inhalación y exhalación. Solo entonces desaparecían las expectativas y la dependencia a un "mejor" futuro.
El camino recorrido había tenido sentido hasta ahora, así que en ese instante logré confiar en la vida. Y mientras movía mi cuerpo de una posición a otra, no podía evitar sentirme conectada con una fuerza interior que no hablaba con palabras.
Era un extraño lenguaje que percibía como el cálido abrazo de un alma vieja. Una sensación de presencia, quietud, y nostalgia, me embriagaba el alma.
Yo solo continuaba respirando profundo, sintiendo mi propia naturaleza, mis niveles de energía y todo lo que soy a nivel físico, mental, emocional, y un tanto espiritual. Tratando de indagar en algo que tal vez es imposible desmarañar a través de la lógica.
Me relajo, sigo el ritmo de cada secuencia yoguica y fluyo como el río, pensamientos van y vienen, el agua no se detiene.
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